En su edición de este lunes 13 de octubre Diario de Navarra publica el siguiente artículo de opinión, suscrito por nuestro compañero Eduardo Vall, que reproducimos a continuación:
"Todo el mundo ejerce, o al menos lo
intenta, su derecho a decidir en la vida: desde que nace hasta que muere. Con
limitaciones, claro está, pues lo cierto es que nuestro derecho a decidir
siempre está condicionado. Generalmente por las circunstancias propias, por las
de quien tenemos enfrente o al lado y, claro está -para evitar que esto sea la
ley de la jungla o del más fuerte- por la necesaria observancia de la ley. Por
eso en un estado de derecho no existe el derecho a decidir de forma
indiscriminada. Lo que sí es factible y legítimo, es proponer cambios o
reformas desde la observancia legal. Y para eso hay unas instituciones y unos
cauces democráticos que, aun con sus imperfecciones y limitaciones, aseguran
ese derecho a decidir.
Las aspiraciones colectivas mayoritarias de Cataluña
merecen el debido respeto. Quien las quiera minimizar o piense que se diluirán
con el mero paso del tiempo, se equivoca. Aunque no parezca razonable que la
prioridad política de nadie, máxime en estos duros momentos de crisis, sea un
sentimiento colectivo excluyente y que, al decir de la mayoría de expertos,
empeoraría las circunstancias económicas y sociales de quienes más padecen los
efectos negativos de la crisis en Cataluña. Algo a lo que, cabe añadir, el
resto de españoles no podemos permanecer ajenos. No ya porque lo diga la
Constitución. Si no por un elemental sentido de responsabilidad política y
solidaridad.
En este sentido,
parece clara la ilegalidad de la convocatoria hecha por Artur Más para el
próximo 9 de noviembre en Cataluña pero también la necesidad de buscar
soluciones políticas que ayuden a superar el enorme conflicto creado. Ahora que
tanto se cuestiona al Tribunal Constitucional por actuar en uso de sus
atribuciones, no debiera olvidarse que fue este Tribunal el que, en su
sentencia sobre la reforma del Estatut de Cataluña, recordó a los poderes
públicos de Cataluña y de España la necesidad de practicar el diálogo y la
cooperación para superar sus desencuentros, algo que los señores Más y Rajoy
parecen no haber entendido. Y es que cuanto más tiempo permanezcan ambos
dirigentes en sus posturas hieráticas peor. Peor para Cataluña y peor para
España. Ciertamente no es fácil que impere la sensatez en momentos de tensión
como los actuales, pero ahí está la oferta legal y razonable de los socialistas
para que se busque una reforma constitucional que permita seguir conviviendo a
todos los catalanes en esta España tan compleja. O en Cataluña se auna el
respeto a la ley con la búsqueda de soluciones políticas a un problema que es
político y al que hay que buscar una salida legal, o únicamente se ahondará en la creciente conflictividad en
la que algunos parecen sentirse tan cómodos."