El brutal atentado yihadista de ayer en París contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo, que ha costado la vida a doce personas, nos acerca a la temible cotidianidad que en tantos otros lugares del planeta se está padeciendo bajo la excusa de unos principios religiosos. Evidentemente, hay que saber diferenciar entre el islamismo y sus expresiones más radicales y distorsionadas. Pero no podemos abstraernos a las malas consecuencias que tantas veces se han dado en la historia cuando se practica política con fines que superan la razón.
Ninguna creencia puede amparar el uso del terror. En España, lamentablemente, conocemos de primera mano las nefastas consecuencias que de ello se derivan. También en lo que hace al terror yihadista. Por eso condenamos rotundamente esta y cuantas acciones terroristas pretendan acabar con derechos tan básicos como son el el derecho a la vida y a la libertad de expresión. Hoy, más que nuca, "Je suis Charlie".
