En el poco tiempo de estancia institucional del populismo izquierdoso en nuestro país, no pasa ni un solo un día en que no se desvelen nuevos casos de enchufismo y nepotismo protagonizados por cargos de Podemos y sus confluencias sin que, en la inmensa mayoría de casos, sus protagonistas asuman responsabilidad política y personal alguna.
Ahora le ha llegado el turno a Pamplona, de la mano de la franquicia podemita Aranzadi y su concejala Laura Berro, quien no ha tenido el menor reparo en participar en la tramitación y aprobación de una subvención municipal de 130.000 euros anuales a una entidad social representada por su hermana.
Esta actuación ilegal y tan reprobable éticamente ha provocado los reproches del resto de grupos municipales y la petición de dimisión de Berro por parte de la oposición. Sin embargo, y mostrando los perores vicios de poder que tanto criticaban estos populistas de nuevo cuño cuando no gobernaban, la concejala se ha aferrado con todas sus fuerzas al sillón, entre el asombro ciudadano y la connivencia de sus socios de gobierno en el Ayuntamiento que, puestos a elegir entre su ética y la necesidad de contar con Aranzadi para seguir en el machito, no han dudado en aparcar sus promesas de regeneración en favor del cargo.
Nos encontramos, sin duda, ante un grave precedente que empaña la imagen política en general y la de nuestro Ayuntamiento en particular, pero que debe servir para desenmascarar la incoherencia y ausencia de ética de estos populismos que se dicen progresistas. Significativa la pregunta sin respuesta que nuestra Portavoz Municipal, Maite Esporrín, ha espetado a la concejala en cuestión en la Comisión Municipal que ha abordado este escándalo: "Señora Berro: ¿qué le queda a la izquierda si le quitan la honradez?".
