jueves, 1 de septiembre de 2016

DECÍAMOS AYER...

 
El verano está finalizando y nada o muy poco ha cambiado en el panorama institucional. La desidia y el inmovilismo político de Mariano Rajoy conducen a un callejón sin salida. Sin el menor atisbo de cambio ni autocrítica, el líder popular afronta su proceso de investidura fiándolo todo a que las presiones internas y externas acaben doblegando la firme voluntad de Pedro Sánchez de no propiciar su continuidad al frente del gobierno.
 
Es cierto que las circunstancias institucionales actuales son tanto o más complicadas que las de la breve y finiquitada legislatura pasada, en la que únicamente la alianza del PP y Podemos evitaron un cambio progresista al frente del gobierno de España. Pero resulta cuando menos paradójico el desvergonzado empeño de tantos poderes fácticos en responsabilizar casi de forma exclusiva a Pedro Sánchez del devenir institucional futuro.