Trascendiendo las circunstancias concretas de Estados Unidos, la victoria de Donald Trump únicamente puede entenderse dentro del auge populista que recorre tantos países como respuesta a los efectos de la crisis global que padecemos.
El cuestionamiento de los sistemas políticos e institucionales vigentes y la eclosión de nuevas formaciones y personajes alternativos como respuesta a ello, deben hacernos reflexionar en una doble dirección. Por un lado, la política y el entramado institucional democrático deben evolucionar rápidamente para no verse superados por este populismo. Pues, por otro lado, y aun siendo comprensible y hasta un punto saludable lo que pueden aportar algunas de estas expresiones populares, no podemos olvidar que la demagogia y el cuestionamiento radical institucional en momentos de crisis, en más de una ocasión han terminado en ejercicios de poder totalitarios y en conflictos históricos de gravísimas consecuencias.