Cabe recordar que el edificio albergaba de forma preminente los restos de dos de los más destacados protagonistas del golpe como fueron los generales Mola y Sanjurjo. Y que únicamente recuerda a los aproximadamente 4.500 combatientes navarros que murieron en el bando franquista. Para mayor oprobio de lo que representa este edificio, hay que recordar que en territorio navarro no hubo contienda bélica, a pesar de lo cual los sublevados fusilaron y asesinaros a unas 3.500 personas en nuestra tierra, la mitad de las cuales militaban en el PSOE, las Juventudes Socialistas y la UGT, organizaciones que en Navarra fueron físicamente aniquiladas.
Ahora, más de ochenta años después, por fin se logra un consenso mayoritario para dar una solución definitiva y legal a un espacio público que tanto ha condicionado a nuestra ciudad, con la lógica controversia entre quienes han venido defendiendo su desaparición, su resignificación -en mayor o menor medida- o hasta los nostálgicos del franquismo que se han opuesto incluso a las parciales acciones que las corporaciones de Pamplona han ido adoptando para ocultar su simbología franquista. El acuerdo alcanzado incluye la ocultación de su cúpula, la desaparición de las criptas de Mola y Sanjurjo, la desaparición u ocultación de la simbología franquista que aún persiste en el monumento, su transformación en un edificio de memoria histórica, y el cambio y transformación urbanística de su entorno, incluidas sus arquerías externas.
Queda por delante todo el proceso administrativo legal que posibilite estos cambios, en base a un futuro concurso de ideas junto al oportuno proceso participativo.