La Pamplona de Asiron entra en crisis. Las inaguantables broncas internas del equipo de gobierno, ante la impavidez de un alcalde cuya única prioridad es seguir aferrado a su sillón, parecen llevar a un callejón sin salida a un cuatripartito tantas veces sectario y partidista.
Las excentricidades de Aranzadi, la incoherencia de IE, la equidistancia de Geroa Bai y la causa patria de EH Bildu no parece que casen bien entre sí. Tanto menos ante una ciudadanía que recela de las prácticas identitarias y clientelares que practican.
Y mientras el alcalde ni sabe ni puede poner orden en su casa, esta gris legislatura cumple dos años, con una Pamplona atascada y ensimismada, incapaz de trabajar en clave futura.