Se cumplieron los perores augurios. Y es que no podía ser de otra manera. De nada ha servido el inmerecido apoyo formal que Yolanda Barcina ha venido recibiendo de los Grupos Municipales de la oposición ni las continuas advertencias que hemos venido realizando durante toda la legislatura, sobre las carencias de la candidatura de Pamplona como Capital de la Cultura Europea en 2016. Así el jueves 30 de septiembre se confirmaba lo que todo el mundo temía: que Pamplona era incapaz de superar ni siquiera el primer corte que debía decidir las seis ciudades españolas que, finalmente, optarán a dicha capitalidad.
Baste repasar las entradas de este blog, para comprobar el cúmulo de despropósitos, omisiones y fallos estratégicos que Yolanda Barcina y UPN han ido cometiendo en todo lo referido a esta candidatura. Como bien ha indicado nuestra Portavoz Municipal, Maite Esporrín, "este es el mejor reflejo del letargo cultural en que UPN ha sumido a Pamplona".
Falta de objetivos claros, ausencia de una mínima planificación, improvisaciones y cambios de estrategia, nula implicación de la ciudadanía, exclusión durante casi todo el proceso de los agentes culturales de Pamplona y del resto de fuerzas políticas municipales, formas más que deficientes por parte de la Concejala Delegada de Cultura y de la propia Yolanda Barcina, y un largo etcétera han sido las señas de identidad que UPN ha evidenciado en todo el proceso.
Provoca máxima irritación que, frente a tal desastre, y en vez de asumir sus responsabilidades, Barcina practique una vez más su estrategia de "huida hacia adelante" y procure edulcorar su fracaso y el desprestigio a que ha sometido el buen nombre y la imagen de nuestra ciudad, como si tal cosa.
