Hay que remontarse veinte años atrás y recordar el llamado "Tamayazo" para comprender mejor la política madrileña. En ese momento, los poderes fácticos compraron a dos parlamentarios socialistas para frustrar que la mayoría de izquierdas invistiera al socialista Rafael Simancas como presidente de Madrid. De resultas del escándalo, la legislatura fracasó, la ultraconservadora Esperanza Aguirre alcanzó el poder tras el obligado adelanto electoral y la izquierda sufrió una importante pérdida de credibilidad. Comenzó así a cuajar el modelo ultra del PP de Madrid, tan populista y exitoso como acompañado de corrupción: ahí están los casos Aguirre, González, Cifuentes... y Ayuso nuevamente, en lo que supone otro escándalo más de su entorno personal. Si con anterioridad la sombra de la corrupción acechó primero a su padre, luego a su madre, más tarde a su hermano y luego a un ex novio, ahora es su actual pareja la que está siendo investigada por Hacienda por presunto delito fiscal. Independientemente de cuál sea la resultante judicial del caso, todos los datos que se van conociendo en torno al novio comisionista que se hizo de oro durante la pasada pandemia, son demoledores. Y si, con motivo del "caso Koldo", explicábamos que el PSOE había actuado con contundencia en contra de la corrupción, es lamentable y muy alarmante la huida hacia delante y el apoyo que Ayuso y su novio están recibiendo por parte del PP y todo el entramado mediático, económico y corporativo conservador, al más puro estilo trumpista.