La derrota de ETA ha sido uno de los grandes logros de nuestra democracia. Su desaparición ha servido como primer gran paso en la normalización social y política de una sociedad tantas décadas condicionada por la banda terrorista. La huella profunda de muerte y dolor que ETA sembró deja heridas por restañar. Asesinatos por resolver, un relato veraz del terror social y político padecido o la necesaria condena y petición de perdón por parte de la llamada izquierda abertzale, son cuestiones aún no satisfechas. Las víctimas merecen memoria, verdad, justicia y reparación.
Este sábado, el Ayuntamiento ha culminado la colocación de placas en los lugares de nuestra ciudad en donde ETA dejó su huella asesina. La última de estas placas conmemorativas ha sido la del concejal de UPN y teniente de alcalde de la ciudad en 1998, Tomas Caballero, última víctima de ETA en Pamplona. Al acto han acudido las principales autoridades de Navarra y Pamplona y de nuestro partido.
